¿Qué democracia tenemos? Por Julia Narcy

¿Qué democracia tenemos? Por Julia Narcy
Compartilo

Hace 17 años, meses más, meses menos, se debatía mucho en el campo académico, periodístico y de militancia político-social, sobre las limitaciones de la democracia.
Las pregunta que orientaba el debate giraba en torno a la naturaleza del vínculo y el grado de tolerancia entre un sistema social de desigualdad extrema, y un sistema político de derechos civiles igualitarios.
¿Cuáles eran los niveles de pobreza, exclusión social e indigencia que el sistema de representación política estaba dispuesto a tolerar? ¿Hasta dónde podía el entramado institucional seguir funcionando con normalidad mientras los índices de desigualdad, con todas sus consecuencias, se disparaban y tendían al infinito?

Habíamos llegado a un punto de tensión social tan abismal que terminó poniéndose en jaque al mismo entramado institucional, que hasta entonces había encontrado la manera de sostenerse vaciándose de contenido para supeditarse a las políticas de mercado(1).
Hoy el escenario no es el mismo. Tenemos una exclusión social que no toca todavía ese fondo, porque aún queda resto de las políticas re-distributivas y de fomento al mercado interno, de ampliación de derechos sociales, laborales y culturales de la década pasada, sin embargo sabemos que se encamina hacia el lugar de los peores recuerdos, direccionándose sin titubear desde la cúspide empresarial, hacia las entrañas de la miseria.
Pero hay por sobre todo, una diferencia sustancial respecto del escenario de los primeros 2000: un vasto sector social se siente representado, con más o menos matices, por un espacio político que – a pesar del esfumado que ha sufrido en estos dos años desde que dejó el gobierno- mantiene a través del liderazgo de Cristina, una gravitación importante en la sociedad, y un importante caudal electoral.
Por otro lado, gran parte de los movimientos sociales y sindicales están en pleno ejercicio de su legitimidad y avanzando en organización y articulación, promoviendo grandes movilizaciones y respondiendo con reflejos a cada una de las afrentas que propone el neoliberalismo gobernante.
Si todo régimen democrático en un sistema capitalista se ve necesitado de justificar su existencia más allá de la legitimidad de origen, ¿qué características adquiere hoy en día este régimen? ¿Cómo intenta sostenerse a pesar de la generación permanente de desigualdades en el campo social?

La exclusión del adversario populista.

Este sector de la clase política que aún mantiene lazos de intensidad y profundidad afectiva, simbólica y electoral con un importante sector social, está siendo expulsado hacia afuera del sistema por la alianza gobernante y sus cómplices judiciales, mediáticos y políticos, tensionando los límites republicanos y democráticos, llevándose puestos derechos y garantías que venían siendo respetados desde la instauración de la democracia en los 80.
Se reactivaron los anticuerpos de antaño, con virulencia y sin piedad, frente a lo que la nueva clase dirigente caracteriza peyorativamente como populismo. Un populismo corrupto, autoritario y anormal.
Para que la política vuelva a ser subsidiaria de la economía de mercado consideran necesario expulsar del campo legítimo del debate político a esa fracción que pone en cuestión la economía de mercado sin límites, que supo revivir con políticas redistributivas experiencias anteriores con pleno respeto de las libertades civiles, republicanas y políticas durante sus 12 años de gobierno, y que sigue siendo una opción con gran respaldo en la cancha de competencia electoral.
Tomar las riendas de este proceso casi proscriptivo, implica deconstruir una serie de consensos que venían enmarcando el funcionamiento de la democracia argentina desde 1983 en adelante.

La ruptura del consenso pluralista.

Desempolvar las discusiones sobre la democracia que tenemos, comenzó a hacerse de manera más sistemática desde que, finalizadas las PASO 2017, se abrió el interrogante sobre la posibilidad de que el macrismo a través de su alianza gobernante pudiera estar construyendo una nueva hegemonía.
Fue Natanson quien señaló que Cambiemos expresa una nueva derecha democrática, distinta a la de los noventa y en vías de constituirse en una fuerza hegemónica a nivel nacional, apoyada en una estructura y una lectura del ánimo social que la convertiría en una fuerza de largo alcance.
El concepto “derecha” es utilizado allí como sinónimo de neoliberalismo o políticas de libre mercado, mientras que lo democrático está dado por un conjunto de procedimientos institucionales y electorales que, sumados al respeto a políticas de contención social heredadas del gobierno anterior, seguirían funcionando normalmente.

Más allá de discutir esos conceptos, que ya lo han hecho muy bien otros profesionales, vayamos a los mecanismos que este régimen político ha adoptado para perseguir el objetivo de la expulsión de ese cuerpo extraño llamado kirchnerismo.
Esta democracia de derecha -no derecha democrática-, decide extirpar del campo narrativo primero, y del campo político después, a todo el arco político y social que rodea y se identifica con la figura de Cristina. Mediante un método de disciplinamiento que tiene varias aristas, todas puestas a su servicio, se ha desplegado un recurso que trae el aire del posperonismo: extorsión, amenazas, acusaciones judiciales, resaltado mediático de todo eso, y silencio, casi total, respecto de los contenidos propiamente políticos que el kirchnerismo representa. Una negación, en definitiva, de la potencia política (y electoral) que este sector aún sostiene.

“La validez de las acciones de los gobiernos no deriva de sus objetivos, sino de sus orígenes, y hay un solo origen válido para los gobiernos: las elecciones. Lo único que las Fuerzas Armadas pueden hacer dentro de las fronteras es prepararse para defenderlas. Ningún objetivo político interno justifica el ejercicio de la violencia. La protección de la integridad física de las personas es la primera responsabilidad del Estado, es universal e incondicional. La expresión es libre.”
Marcelo Leiras sostiene que hace un tiempo se vienen rompiendo los consensos democráticos instituidos con el Alfonsinismo. Pero ¿cuál es el principal acuerdo que se está desgarrando en este tiempo?
El nuevo núcleo de acuerdos se sostiene sobre la eliminación del pluralismo que funcionaba con aceptación de toda la clase política argentina desde 1983.
Esa exclusión no se da por debate, ni por fortaleza de argumentos, si no por declaración de guerra y sentencia de muerte. Lo novedoso no es la iniciativa de la alianza gobernante, que decide declararle la guerra a su adversario, sino que esta guerra cuenta con el apoyo explícito e implícito de otros actores políticos no gobernantes, parte de lo que por razones formales se denomina oposición.
Se ha roto la posibilidad de que en el campo político habiten, discutan, debatan dos fuerzas políticas con intereses opuestos.
En el discurso de Cambiemos el adversario no está presente, sino como un acusado permanente y en descrédito absoluto. Es “el pasado” y sobre el pasado no se puede volver. Se los excluye en el presente. Se saltea este momento, omitiendo las tensiones entre proyectos, para hablar de los sueños, y los cambios que vendrán el el futuro.
Al omitir el presente, la crisis que atravesamos y las respuestas a la crisis que el campo popular está sabiendo dar, quedan silenciadas.
Construyen una realidad paralela sin incluir los conflictos. Excluyendo al núcleo opositor del campo narrativo y real, acusándolo de delitos y responsabilizándolo por las fallas propias actuales, ellos se ubican como los únicos protagonistas del relato actual. El sector proscripto, señalado, hostigado y estereotipado, queda dando la batalla por fuera, en otra lógica.
El conflicto se traslada a calle aunque del otro lado haya silencio y policía.
Revivir la democracia, implica entonces hacer oír la voz de todos, y recuperar presencia, no sólo en el espacio público sino también en el institucional, aunque sea a los codazos.

Julia Narcy es Licenciada en Sociología

NOTAS:

(1) Pucciarelli, Alfredo. La democracia que tenemos. Declinación económica, decadencia social y degradación política en la Argentina actual. Ed.Libros del Rojas. UBA, 2002

Fuente: http://hamartia.com.ar

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *