Surcorea y EEUU acordaron una “disuasión ampliada”
Surcorea y EEUU acordaron una “disuasión ampliada” que implica la defensa antimisiles pero también la capacidad de contragolpe nuclear. Supuestamente con el objetivo de contrarrestar los misiles norcoreanos, China y Rusia ven una amenaza de creación de un eje militar coreano-nipón-estadounidense con vistas a la “contención” de esos países y un recalentamiento en la zona Indo-Pacífico de manera acelerada.
Por Christian Cirilli
La indisimulable visita de Jens Stoltemberg a Corea del Sur y Japón en búsqueda de apoyos industriales para saturar de inventarios bélicos el teatro europeo, más el compromiso de sus países en la futura guerra planificada contra China, hizo que no fuera tan reconocida la llegada del ministro de Defensa estadounidense, Lloyd Austin, y el secretario de Estado, Antony Blinken, a Seúl, este 3 de febrero.
Ambos altos funcionarios se entrevistaron con el ministro de Relaciones Exteriores de Corea del Sur, Park Jin, acordando la «disuasión extendida» entre ambas naciones a los efectos de contrarrestar los misiles balísticos nucleares de Corea del Norte.
Supuestamente.
Este tipo de acuerdo implica la defensa antimisiles pero también la capacidad de contragolpe nuclear.
En vistas a los pedidos y preparaciones de confrontación de parte de Occidente, esta parece ser la contragarantía exigida por los surcoreanos para involucrarse en el conflicto.
En 2017, Corea del Sur, a instancia estadounidense, instaló por primera vez un sistema antimisiles balísticos en su territorio para protegerse de cualquier lanzamiento por parte del régimen de Pyongyang.
Se trató del sistema THAAD (por Terminal High Altitud Area Defense), un sistema terrestre de un rango de 200 km y una altitud de 150 km, que utiliza misiles sin explosivos, que destruyen los misiles balísticos en su etapa de trepada o descenso por pura energía cinética.
🇰🇷 🇺🇸 https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-39195545
🇰🇷 🇺🇸 https://www.youtube.com/watch?v=IY4YrffiU_A
Sin embargo, esas baterías no provocaron la protesta de los norcoreanos, sino de los chinos, dado que los poderosos radares de Banda X alcanzan su territorio y podrían ser empleados como sistemas de advertencia temprana ante un intercambio nuclear.
China cree que la avanzadilla estadounidense en la península coreana no es más que una cabecera de playa para vigilar y amortiguar los lanzamientos de misiles balísticos chinos, para así advertir al cinturón defensivo estadounidense y activar sus defensas con anticipación, lo cual vulneraria la capacidad disuasiva china.
En pocas palabras, China cree que Estados Unidos ha montado en Japón, Guam, Hawái y (desde 2017) en Surcorea, una emulación del «Escudo Antimisiles» montado por Estados Unidos en Europa, específicamente en Rumania y Polonia, para invalidar la capacidad de respuesta rusa, pero en territorio asiático.
En aquélla oportunidad, Estados Unidos y sus socios de la OTAN decían a viva voz que el Escudo Antimisiles montado en Europa «no tenía como objetivo a Rusia» sino que se instalaba en previsión contra el posible lanzamiento de misiles balísticos no-nucleares iraníes. Ahora la excusa es Norcorea. Pero tanto Rusia como China saben que el objetivo estadounidense fue siempre sacar una ventaja decisiva que evite o minimice sustancialmente cualquier contragolpe en un intercambio nuclear.
Ahora bien…
El asunto del THAAD ha opacado con creces las relaciones sino-surcoreanas. Por poner un caso, Beijing prohibió a los turistas chinos viajar a Corea del Sur, y hasta prohibió también la actuación de grupos de música K-Pop, tremendamente populares en China, y que son uno de los más importantes productos culturales surcoreanos.
El ex presidente surcoreano, Moon Jae-in, para apaciguar los ánimos, se comprometió ante China a cumplir la política de «los tres no»; esto es, no desplegar más unidades THAAD, no formar una red de defensa antimisiles con Estados Unidos, y no unirse formalmente a una alianza militar tripartita con Estados Unidos y Japón.
Sin embargo, el nuevo presidente surcoreano, el neoconservador Yoon Suk-yeol, que tomó posesión en mayo de 2022, se ha comprometido a desechar la política de «los tres no» indicando que no era un acuerdo formal (como la no-extensión de la OTAN hacia el este prometida a Gorbachov…) y todo parece indicar que va hacia una acelerada complementación con los objetivos atlantistas.
Sus acciones son bastante inequívocas al respecto, pues Corea del Sur:
1) Ha participado de la Cumbre de la OTAN en Madrid el 29-30 de junio, como un integrante más.
2) Se ha sumado categóricamente a la política sancionatoria contra Rusia.
3) Ha manifestado su interés de incrementar las baterías THAAD.
4) Ante la visita de Jens Stoltemberg, se ha comprometido, conjuntamente con Japón, a realizar ayudas a la OTAN en el teatro europeo y cooperar activamente en la «contención de China».
5) Ha mejorado las bases de una interrelación económica con Japón que permita zanjar las heridas históricas de la dominación nipona durante la SGM. Asimismo, la filiación política de ambos mandatarios y el posicionamiento de un «enemigo común» (China) disminuye las desconfianzas.
6) Y ahora, se suma «disuasión extendida» con Estados Unidos, o sea, la nuclearización asistida.
China, y su estado-tapón, Corea del Norte, tienen razones serias para advertir una intensificación de la posición belicista occidental en Extremo Oriente. También las tiene Rusia, cuya base de la Flota del Pacífico, Vladivostok, está a apenas kilómetros de la península coreana.
Como se constata, Estados Unidos y sus aliados-vasallos están preparando un caldo de cultivo para incendiar la región del Indo-Pacífico. Si ello ocurre, la guerra en Ucrania será apenas una «fase de pruebas» y quedará pequeña en proporción e intensidad.
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