¿Es el INTI un Centro de Innovación o un Centro de Desarrollo Tecnológico?

¿Es el INTI un Centro de Innovación o un Centro de Desarrollo Tecnológico?
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Por Bruno Pedro De Alto*

Frente a la pretensión de las autoridades de instalar en el INTI “una mayor potencia a las actividades de desarrollo tecnológico e innovación”, es pertinente reflexionar sobre los conceptos “Desarrollo Tecnológico” e “Innovación”, desde una perspectiva de la ciencia y la tecnología.

El Decreto – Ley 17.183 del año 1957, creó el INTI para que haga investigación industrial técnico científica orientada a las necesidades reales de nuestra industria nacional, pues su finalidad es la asistencia tecnológica a la industria. Desde aquel entonces, mucha experiencia se acumulado en lo interno al Instituto, y en el ámbito internacional también se han desarrollado modelos teóricos y prácticos de cómo organizar la ciencia y la tecnología. De esta manera, es posible hacer una reflexión, de cara a la próxima década, que funcionamiento intrínseco deberá tener el INTI, y de qué manera deberá interactuar con su contexto. La pregunta que orienta este análisis, es la del título del artículo: ¿Es el INTI un Centro de Innovación o un Centro de Desarrollo Tecnológico?

Innovación

Sin duda la palabra “innovación” ha ganado prestigio en las últimas dos décadas, incluso ha creado una nueva categoría de personajes prestigiosos: “los innovadores”. Innovación es un concepto económico que en la década de 1930 y se centró en los individuos que las materializaban, “los emprendedores”; más tarde en las empresas y sus laboratorios de I+D y finalmente sobre los sistemas científico-tecnológicos a escala nacional, incluidas las universidades.

En efecto, Joseph Alois Shumpeter (Austria. 1883-1950) propone el concepto de la innovación al definir que “el desarrollo económico está movido por la innovación, por medio de un proceso dinámico en el cual nuevas tecnologías sustituyen a las antiguas”. Esto trajo las nuevas ideas de la destrucción creativa, la discontinuidad tecnológica, las innovaciones radicales y las innovaciones progresivas o incrementales.

En tiempos más modernos, los organismos de ciencia y tecnología de los países desarrollados, en búsqueda de unificar parámetros e indicadores de gestión, produjeron una serie de manuales sobre Ciencia, Tecnología Innovación. Uno de ellos, es el conocido como Manual de Oslo sobre las Innovaciones (1997). El mismo funciona como una guía para la realización de mediciones y estudios de actividades científicas y tecnológicas que define conceptos y clarifica las actividades consideradas como innovadoras. En ese importante texto de consenso mundial, por “innovación” se entiende la concepción e implantación de cambios significativos en el producto, el proceso, el marketing o la organización de la empresa con el propósito de mejorar los resultados. Y además se aclara que los cambios se realizan mediante la aplicación de nuevos conocimientos y tecnología que pueden ser desarrollados internamente, en colaboración externa o adquiridos mediante servicios de asesoramiento o por compra de tecnología.

De esta manera, se observa dos cuestiones primordiales:

  1. El cambio significativo tiene que ser implantado. Es decir, adoptado por el mercado, o usado por alguien, por ejemplo, el Estado o la sociedad. En esta definición no vale el invento, o sola la idea. El uso de la novedad es definitorio del concepto.
  2. La innovación requiere la aplicación de nuevos conocimientos y tecnología, es decir, un simple “maquillaje” o un cambio de factores conocidos no es innovación en términos científico – tecnológicos.

La necesidad de muchas empresas de posicionarse competitivamente, las llevó a usar el concepto innovación como distinción, como una herramienta de comercialización (marketing). Aunque en ella no hubiera componentes tecnológicos, ni nuevos conocimientos, se la denominó innovación. Un ejemplo: la novedad que significó transformar a las viejas estaciones de servicio, lugares en donde de expendía sólo combustible, en verdaderos centros que sumaron un buen lugar para tomar y comer, además de maxikiosko, no requirió de nuevos conocimientos de la ciencia y la tecnología. Solo ofertar una nueva manera de consumir y prestar servicios. Sin embargo, el marketing llama a eso, innovación.

La función comercial de las empresas y los organismos públicos se apropió de la palabra. Si la palabra impuesta es innovación, en el sentido que solo conserva el componente de novedad y uso, y se centra en la creatividad de un puñado de personas innovadoras que “leen” demandas y necesidades y en los mercados que son atractivos, mientras tanto pierde el contenido tecnológico; se está dejando atrás el complejo proceso científico – tecnológico del Método Tecnológico. Se desvanece el trabajo de los científicos y de los tecnólogos.

Si esto último ocurre en el ámbito de una conducción política de un organismo científico – tecnológico, se corre el peligro de llevar la institución al terreno del confinamiento social de ser un organismo que no cumple su función esencial.

Otro riesgo que trae aparejada esta simplificación del concepto “innovación”, es limitar a la innovación como un mero proceso creativo. La creatividad como un don, o como una habilidad aprendida. Un resumen binario entre idea – problema y solución original.

La innovación tecnológica no es un proceso lineal, como la mayoría de las personas creen que es cuando se describe alguna invención relevante, se trata de un proceso altamente iterativo y las iteraciones no consisten solamente de tratar la misma tarea una y otra vez, las iteraciones suelen incluir “malabares” y reconsiderar muchos factores técnicos y de negocios, con una vista siempre cambiante de cómo se puede implementar la idea, y en los mercados que puedan estar interesados. Poco a poco se llega a un nuevo producto y un nuevo negocio que podría ser bastante diferente de lo que se imaginó primero. Hacer esto así no es fácil. Se tiene que hacer dentro de un entorno, o sistema, que sea capaz de soportar todas las iteraciones diversas y transacciones necesarias. Esto requiere de mucho dinero que no siempre el sector empresarial está dispuesto a ponerlo, por aversión al riesgo. Es el “Gap”, un agujero financiero del desarrollo tecnológico. Los dispositivos financieros del Estado son importantes en esta etapa. Con ese Gap cubierto, el nuevo producto, servicio o negocio que implica una innovación tecnológica, toma entidad, se visualiza y materializa a través del Método Tecnológico y las Herramientas del Desarrollo Tecnológico.

El Método Tecnológico y las Herramientas del Desarrollo Tecnológico

El Método Tecnológico, que difiere sustancialmente del Método de la Ingeniería, y del Método Científico, permite concebir una solución a un problema, aunque no se sepa a primera instancia cómo se lo resolverá. Pero asegura que se utilizarán conocimientos de base científica para resolverlo. Luego, se realizarán diversas estrategias para lograr el artefacto o solución. Estos resultados, suelen estar en una etapa previa a la industrialización. Son los desarrollos tecnológicos. Son los antecedentes técnicos de la innovación.

El Desarrollo Tecnológico se funda, principalmente, en el uso de herramientas concretas, usuales, y eficaces. Esto es, sirven para desarrollar un artefacto o servicio tecnológico, como para desarrollar una tecnología propiamente dicha.

Quienes se dedican a actividades científico tecnológicas de desarrollo, las conocen. Las han aprendido por transferencia del científico o tecnólogo experimentado hacia el iniciado. Porque están implícitas en las tareas cotidianas, o porque están explícitas en procedimientos, en los métodos de trabajo escritos y los informes técnicos. Un organismo científico – tecnológico como el INTI, el organismo nacional especializado en la tecnología para la industria nacional, tiene como proceso intrínseco de producción y trabajo, la suma de un repertorio amplio de conceptos propios y herramientas para realizarlo. Son, por ejemplo, el fluido manejo de los conceptos “sistema, modelo y simulación”; la gestión del conocimiento tecnológico; el uso de la ingeniería inversa, el diseño y el diseño industrial; el análisis de patentes y la aplicación del método TRIZ; el prototipado y la creación y manejo de plantas pilotos; los ensayos en etapa pre industrial y la producción experimental, entre otros.

Estas habilidades son absolutamente diferenciales para un organismo dedicado a la tecnología. Sin ellas, no se produce tecnología. Son el núcleo duro de su naturaleza institucional. Empresas tecnológicas, universidades o consultoras, pueden llegar a dominar y usar algunas de estas herramientas. Pero en Argentina, quien las domina en totalidad, y además posee los activos tecnológicos para utilizarlas es el Instituto Nacional de Tecnología Industrial, el INTI.

Las Reglas del Desarrollo Tecnológico

Más arriba se ha afirmado que la innovación tecnológica no es un proceso lineal, más bien se trata de un proceso altamente iterativo. Ahora vamos a presentar algunas “reglas” del funcionamiento del desarrollo tecnológico, es decir, de qué modo la ciencia, la tecnología y el desarrollo se articulan y entrelazan en un devenir complejo e interactivo.

  1. La tradicional cadena lineal [ciencia – ciencia aplicada – tecnología] planteada por Vannevar Bush[1] no nos alcanza para explicar y entender las múltiples relaciones actuales entre la ciencia y la tecnología. Sin embargo, la confusa adaptación de sus conclusiones, llevó a una gran cantidad de países en vías de desarrollo a organizar sus organismos estatales de ciencia y tecnología de acuerdo a ese modelo. El Conicet argentino, creado en 1958, es un ejemplo de ello.
  2. En el año 1968, los argentinos Jorge Sabato y Natalio Botana explican un modelo para el desarrollo nacional, lo que luego sería llamado el “Triángulo de Sábato”[2]. En ese modelo la ciencia y la tecnología se insertan en la trama misma del desarrollo posibilitando saber dónde y cómo innovar. Demuestran que el proceso político de ciencia, tecnología y desarrollo constituye el resultado de la acción múltiple y coordinada de tres elementos fundamentales en el desarrollo de las sociedades contemporáneas: el gobierno, la estructura productiva y la infraestructura científico-tecnológica. Describen cómo entre estos tres elementos se establece un sistema de relaciones.
  3. Más recientemente, Donald E. Stokes[3] propuso el esquema para representar los motores de las diferentes actividades científico-tecnológicas. El motor de la ciencia son las motivaciones científicas o interés por la búsqueda de conocimiento básico y las motivaciones ingenieriles o interés por la aplicación. La ciencia no siempre empuja el desarrollo. La realidad es más compleja que el modelo de Vannevar Bush.
  4. En el año 2011, Fitzgerald, Wankerl y Schramm[4], también analizan, describen y critican la creencia generalizada de una linealidad en el proceso de desarrollo tecnológico, esto es el paso del conocimiento desde la ciencia hacia productos nuevos en el mercado. Dicen que, durante mucho tiempo, los responsables políticos de los países con mediano y alto grado de desarrollo consideraban que mientras más dinero se “inyectara” en la investigación científica, más productos nuevos se lograrían al final de ese proceso. Pero esta idea conecta los puntos de modo demasiado simple.

Estas “reglas” ayudan a comprender la necesidad de articular acciones en aquellos campos ligados a la tecnología y la innovación; ya no solo en el campo del conocimiento puro, la ciencia, sino con el agregado del Estado, además de estrechas articulaciones con el conjunto de empresas que forman el entramado productivo nacional para materializar una cadena virtuosa local que se sintetiza en: transformar ciencia en tecnología, y tecnología en productos.

[1] Bush, Vannevar. Science: the Endless Frontier. 1948.
[2] Sábato, Jorge y Botana, Natalio. La ciencia y la tecnología en el desarrollo futuro de América Latina. En El pensamiento latinoamericano en la problemática ciencia – tecnología – desarrollo – dependencia. Jorge A. Sabato. Introducción, selección, ordenamiento y notas. Mincyt. 2011.
[3] Stokes, Donald E. Completing the Bush Model: Pasteur’s Quadran. Universidad de Princeton. 1997.
[4] Fitzgerald, Eugene; Wankerl, Andreas y Schramm, Carl. Inside real innovation – How the Right Approach Can Move Ideas from R&D to Market And Get the Economy Moving. World Scientific Publishing Co. Pte. Ltd. 2010.

¿Es el INTI un Centro de Innovación o un Centro de Desarrollo Tecnológico?

El desarrollo tecnológico es la historia olvidada, y a veces oculta, de la innovación. Porque el proceso iterativo es tedioso, tiene incluso fracasos parciales o totales. En cambio, la innovación es glamorosa. Es el éxito de los exitosos. Pero la realidad es que ningún inicio empresario, ningún producto nuevo tiene su punto de partida sin haber tenido en su haber antecedentes previos a esa fecha más allá del “nacimiento”. El emprendedor, esa idea de un protagonista individual, es la de un héroe solitario que no le debe nada al pasado.

Un instituto de tecnología industrial de un país en vías de desarrollo, tiene que producir soberanía tecnológica en los términos de Jorge Sabato[5], y transferir sus logros al entramado productivo nacional. La transferencia tecnológica implica adopción y uso, en definitiva, lograr la innovación.

La anterior afirmación, implica entonces una dimensión intrínseca, y una condición de contorno e interacción con el contexto para el INTI. La dimensión intrínseca, define el proceso de desarrollo tecnológico y sus herramientas; y la condición de contorno e interacción con el contexto, define los mecanismos de vinculación y transferencia tecnológica, es decir, la garantía de que se dé el uso y apropiación de lo desarrollado. La ultra simplificación de la innovación como la capacidad creativa, la sobrevaloración de los emprendedores, la liviandad de pensar que todo nace desde una idea genial, son un cúmulo de conceptos irritantes confrontados a la complejidad de la idea de un modelo de país desarrollado industrialmente por la vía tecnológica.

En Argentina, la complejidad de ese modelo se resume en:

  1. Una red multiactoral, con rol decisivo del Estado y un protagónico rol de los empresarios nacionales;
  2. La atención de toda la matriz productiva nacional, que es diversa y federal;
  3. La resolución de números problemas estructurales;
  4. La formación de recursos humanos en cantidad y calidad para el desarrollo tecnológico y la innovación; y
  5. Una importante cantidad de instrumentos políticos de promoción y apoyo, involucrando a una amplia red interinstitucional.

Para resolver definitivamente la pregunta de origen a este artículo y análisis: “¿Es el INTI un Centro de Innovación o Centro de Desarrollo Tecnológico?”, primero tenemos que afirmar que aquí no se ha minimizado los conceptos de innovación, creatividad, y emprendedorismo. No, claramente no. Se los ha estado contextualizando, y encontrándoles su justa medida y oportunidad, en el universo de la ciencia, la tecnología y el desarrollo que es amplio y complejo.

El INTI si no desarrolla tecnología, se aleja de su razón constitutiva, se aleja de las expectativas de la industria nacional. El desarrollo tecnológico es su núcleo duro. Sin embargo, es imprescindible que se vincule y transfiera tecnología. Pero esto último también es claramente responsabilidad compartida, sobre todo con la industria nacional.

El INTI, por sus procesos intrínsecos propios, es un Centro de Desarrollo Tecnológico, que en la medida que se vincule y transfiere, cumple con la definición del Manual de Oslo sobre Innovación. De esa manera, también puede ser llamado también, porque es parte de un sistema, Centro de Innovación. Esto contiene a la creatividad, y a los innovadores, como parte. Solo eso, como parte.

Fuente: http://visionpais.com.ar/

[5] La soberanía o autonomía tecnológica en los términos de Jorge A. Sabato implican una serie de ideas fuerzas que pueden resumirse en lo siguiente: “El desarrollo de una capacidad autónoma es el manejo de la tecnología. – La capacidad de manejo de la tecnología no quiere decir autarquía. No es una Argentina cerrada desarrollando toda la tecnología necesaria para sus requerimientos – Autonomía tecnológica significa la capacidad de elección de aquello que vamos a desarrollar, aquello que vamos a importar y completar. Es la capacidad de armar los paquetes tecnológicos más convenientes, más adecuados para la resolución de un problema – Se trata de manejo propio de la tecnología que más nos conviene, nacional o no nacional”.
*Bruno Pedro De Alto, es licenciado en Organización Industrial de la UTN, y Especialista en Gestión de la Innovación y la Tecnología de la Untref

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